
¿Te gusta ir en bici por la ciudad? ¿Y lo haces a cara descubierta? Muy mal. Deberías pensar en hacerlo con una mascarilla. ¿Por qué? Para protegerte de la contaminación y, por tanto, de posibles enfermedades.
Por qué debes usar mascarillas
¿Sabías que la contaminación atmosférica es responsable de la muerte de más de cuatro millones de personas al año? Así lo dice la Organización Mundial de la Salud. La contaminación afecta a tus pulmones, a tu corazón e incluso puede provocar fracaso escolar …
Y si eres uno de los que atraviesa la ciudad en bici, seguro que quieres protegerte de las partículas de la polución. Especialmente de las PM2,5 que son las más pequeñas, las de un diámetro máximo de 2,5 micras, y que son las más nocivas. Su tamaño diminuto les permite atravesar alveolos pulmonares y llegar hasta la sangre para expandirse por todo el organismo.
La mascarilla ideal
La mascarilla que uses para ir en bici por la ciudad debe protegerte de la polución y para eso debe estar catalogada como Equipo de Protección Individual (EPI). Se regula por la norma europea UNE-EN149 que establece tres categorías FFP (Filtering FacePiece).
FFP1 - protege de sustancias atóxicas y de partículas de polvo que no afectan a los pulmones.
FFP2 - protege de partículas dañinas de polvo, humo y aerosoles que irritan las vías respiratorias y que, a largo plazo, pueden alterar a los pulmones.
FFP3 - protegen de las moléculas más dañinas del polvo, el humo, los aerosoles y de algunos virus, bacterias y hongos.
Cuanto mayor sea el número mayor es la protección. Lo ideal para un ciclista es una mascarilla FFP2, especialmente si tiene válvula porque es menos difícil respirar con ella. Si tiene ajuste nasal para adaptarla a la fisonomía de la cara, muchísimo mejor.
Eso sí, lo que habría que pedir a una mascarilla sería más eficacia de filtrado de partículas ultrafinas (menos de 0,1 micras) y de NO2. Pero el mercado todavía no las oferta.
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