
Antes de la Guerra Civil, Monte Alto era un barrio de anarquistas en A Coruña, ahora sigue siendo un barrio de trabajadores que conservan su espíritu libre. Y justo hasta allí ha llegado el experimento brasileño Oasis. Una iniciativa en la que los vecinos transforman su barrio con abrazos.
Las primeras fases de Oasis consisten en que los vecinos del barrio se reúnan, se conozcan, bailen y se abracen mientras aportan ideas para transformar su barrio con sus propios recursos. La idea de aplicar los principios brasileños en Monte Alto nació de la educadora social Pilar Casals. “Jugamos a transformar la realidad. Pero partimos de lo que ya funciona. A partir de ahí creamos un oasis en Monte Alto”, explica Casals a El País.
En Monte Alto se han asentado una treintena de artistas en el último lustro y eso se ha de notar. Ha surgido un mural de siete metros que preside la escalinata Adelaida Muro, el recibidor de esta gran casa de 30 inquilinos.
El mural es una muestra más del amor de Oasis, un fruto de la colaboración vecinal, porque el mural no es un artista. Es un mosaico creado por los vecinos. Unos consiguieron la pintura, otros llevaron el café, otros los utensilios … y entre todos crearon el gran mural.
Fernanda Pardo, que está a punto de cumplir 60 años y tiene 5 hijos, colocó varios azulejos en la pared para crear lo que llamó la casa de cona (coño en gallego). “Donde hay militares, hay putas. Es un homenaje a ellas. Con lo que ganaban daban de comer al barrio. Se llamaba el pan de cona”, explica.
El mural se terminó en dos fines de semana. El proceso era tan importante como el resultado. 2La energía que se creó esos días fue brutal2, cuenta Ana Lee, artista y vecina del barrio. Un centenar de vecinos se sumó al acto. Había músicos, un mago para entretener a los niños, las casas más próximas a la escalinata estaban abiertas para que la gente usara el baño. Carlos, tendero de A Nosa Tenda, regaló unas empanadas. “Eran días de camaradería”2, añade esta coruñesa de 44 años. El ambiente era parecido a las fiestas de un pueblo.
También colaboraron dos artistas locales: Emil Gireau y Samuel Castro. El primero realizó una escultura, el segundo se acercó con alumnos a dibujar unas xardas (caballas) que “huyen del mar por los residuos”.
Pero el colectivo Oasis Monte Alto no para. Ya tiene un nuevo proyecto, hacer otro mural en el colegio público Víctor López Seoane.
“El movimiento sigue vivo. Esto es un proyecto social más que artístico”, apunta Pili, que ha dado varias charlas en la universidad para explicar cómo la metodología Oasis, lúdica pero muy seria, une a la comunidad y transforma la realidad de los barrios.
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