
Es cierto: hasta no hace mucho la comida callejera era sinónimo de comida basura o fast-food (tanto monta, monta tanto), así que para aquellas personas para quienes comer es también nutrirse y cuidar su salud esta no era una opción que utilizasen casi nunca. Pero la Street Food, una pequeña aunque maravillosa revolución gastronómica del siglo XXI, llega para desmontar el mito de que comer a pie de calle no puede ser sano, ni delicioso.
El concepto es sencillo, como casi todo lo revolucionario: se trata de ofrecer comida de excelente calidad a precios muy asequibles y en la calle, un escenario hasta ahora hostil con la alta gastronomía. Además, la Street Food ofrece productos estrechamente ligados a las formas locales y regionales de entender la cultura gastronómica puesto que el elemento identitario es muy importante …
Ciudades siempre de vanguardia como San Francisco, Nueva York, Londres, Berlín o París hace ya años que han entendido esta nueva filosofía y es en ellas donde está arraigando de forma muy destacada la Street Food. En Londres, incluso, es el propio gobierno el que impulsa esta forma de entender la gastronomía, también como una forma innovadora de emprendimiento.
En nuestro país, como suele suceder, las cosas van mucho más lentas; el movimiento está surgiendo con fuerza –no en vano llevamos en el ADN la exigencia de calidad en la comida- pero, hasta el momento, en las ciudades pioneras, Madrid y Barcelona, sólo se ha podido degustar Street Food en espacios privados debido a temas legales aún sin resolver (o, directamente, a permisos no concedidos).
Ese es, ahora mismo, el esfuerzo en el que se concentran los valedores de esta nueva filosofía en nuestro país ya que en EE.UU. o Inglaterra hace años que circulan por las calles de algunas de sus grandes ciudades carritos que ofrecen alta gastronomía, saludable y deliciosa, para ser comprada.
Aquí ya empieza a haber precedentes interesantes: en Barcelona, en el muy creativo barrio del Poblenou, se han organizado ya tres ediciones del encuentro Eat Street, donde distintos chefs ofrecen pequeñas muestras de sus mejores platos (previa selección de los organizadores por Internet).
Eat Street, que se volverá a celebrar este otoño, tiene normas muy, muy acatables: la entrada es gratis, la comida cuesta como máximo 5 euros por plato y se compra directamente en el stand porque no hay tickets ni para comer ni para beber. Y, si es educado ¡hasta puedes venir con tu perro!
Si deseas conectarte con los principales impulsores de este movimiento en Madrid y Barcelona, puedes hacerlo en Streetfoodmadrid.es/ o en www.bcnmes.com/eatstreet/
Fotos de ledezign
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