
- Siempre hay un compañero que organiza la limpieza. Hace el calendario, distribuye los turnos, los cumple a raja tabla… Y los demás inquilinos, menos amantes del trapo y la fregona le odian profundamente. O a veces algo peor, ¡le ignoran!
- Esa mesilla no estaba ahí. No es que los muebles se muevan solos… Es que hay alguien a quien le encanta cambiar las cosas de sitio sin consultar. Una mesita de café, una vela, los cojines del sofá… Al final habrá una guerra silenciosa que se convertirá en pasatiempo, y de la que nadie hablará jamás abiertamente.
- Los géneros musicales pueden ser motivo de discordia. En los anuncios para compartir piso o en los procesos de selección de un casero debería preguntarte por las preferencias a nivel de música. Hay quien despertará a los compis el día 1 con el concierto de año nuevo a todo volumen. O a quien le gustará estudiar con el recopilatorio de “Amnesia” del último verano. Y si dos perfiles así están en la misma casa, probablemente lleguen a las manos.
– El compañero fantasma. Cuando se comparte piso entre 3 o 4 personas, hay bastantes probabilidades de que una de ellas sea un espectro al que solo se le ve salir de la habitación en pijama a altas horas de la madrugada. Probablemente necesite provisiones. En Japón sería un “hikikomori”. Aquí, un antisocial.
- Vegetarianos vs. carnívoros extremos. Otra de las situaciones conflictivas de compartir piso. El primero no soporta ver en la nevera los tuppers con filetes sangrientos. Al segundo le repatea el olor a coliflor y los botes de tofu, seitán y tempeh en las estanterías. Tal vez por eso una de las tendencias actuales en pisos compartidos es la de organizarse por hábitos alimenticios. Ejemplo: “Se busca compañero de piso. Solo veganos auténticos.”
De momento os dejamos con estas cinco situaciones. Si alguna de ellas te ha pasado y quieres darnos tu opinión, o si tienes situaciones divertidas, raras o grotescas que te gustaría contarnos para que las incluyamos en un próximo artículo, puedes escribir a lacomunidad@enalquiler.com.
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En una casa por Guadalajara capital de Castilla La Mancha, entré en junio al poco tiempo empiezo a padecer síntomas de enfemedad, lo detectado fué un tumor que me hizo el ensanchamiento mediastínico, y en cuanto el señor de la casa se dío cuenta de que tenía cáncer procedió a echarme de casa diciendo que al le molesta los enfermos y por eso se cabreaba.