
El amor correspondido
Eres inquilino de un piso en una comunidad, y un día de repente llega un nuevo vecino. Os miráis, os saludáis, os presentáis… Pasan los días, os olvidáis de que existe el otro y de repente os encontráis de nuevo. Entonces uno de los dos decide que no hay que perder la oportunidad de conocerse mejor, y tomáis algo en una de vuestras casas. Si en ese primer encuentro surge la chispa, repetís los encuentros, hoy en tu casa y hoy en la mía, la historia se convierte en una relación y decidís iros a vivir juntos. Así que el cuento acaba con uno de vuestros pisos libres, con el anuncio de “Se alquila”.
La femme fatale (también en versión masculina).
¿Quién no ha tenido alguna vez una vecina o un vecino de gran atractivo y misterio? Nadie sabe su nombre (en su placa del buzón no lo dice), de dónde es, cuántos años tiene, a qué se dedica, si vive sola/o en compañía… Si te has sentido atraído por una de estas personas, sabes lo difícil que es encontrártela en la portería o en el ascensor. Pero… ¿acaso tienes algo mejor que hacer que pegarte a la mirilla de tu puerta para escuchar sus pasos y contar cuántos peldaños sube desde que sale del ascensor? Conquistar a la femme fatale o al guaperas del edificio no es tarea fácil, te lo advertimos. Pero si logras varios encuentros de ascensor o rellano sin babear, lo conseguirás.
Pasión en el ascensor
Estamos seguros de que este tipo de historia forma parte del imaginario erótico colectivo. Se trata de ese tipo de encuentros apasionados que solo se dan en el ascensor, y que fuera de él dejan de existir. Dos vecinos que se encuentran a menudo en el elevador, y que desprenden interés el uno por el otro. Hay más lenguaje no verbal que conversaciones sobre el tiempo. Y un día… ¡se desata la pasión!. Es tan morbosa y excitante la experiencia, que la repiten una y otra vez. Incluso empiezan a sincronizar sus salidas y llegadas del edifico para que se produzca el encuentro. Y muy importante, nunca olvidan apretar el stop.
Desde niños
Si has vivido durante muchos años de tu infancia en el mismo inmueble, seguro has tenido un amor infantil con el vecinito o la vecinita del piso de arriba. Y aún mejor, si viviste en una calle peatonal o en una comunidad con patio colectivo, habrás compartido tiempos de comba, pilla-pilla y fútbol con él o ella. Los amores infantiles siempre son bonitos, mágicos, espontáneos… Pero pueden truncarse si estalla un conflicto típico de comunidad (ruidos, humedades, etc) entre vuestros padres. Ahí se declara la guerra y tu mini-amor y tú estáis en bandos distintos. El fin de la inocencia.
El fracaso y los encuentros incómodos
Cualquiera de los casos anteriores puede suceder con éxito o armonía, o ser un fracaso estrepitoso. Tal vez porque ambos os precipitasteis y en realidad no teníais nada en común. Tal vez porque vivir tan cerca ha acabado con la espontaneidad y la intimidad. O tal vez porque así tenía que ser. El inconveniente mayor es que tienes que te encontrarás con esa persona en la escalera, en la puerta, en las reuniones de Comunidad…
Así que ¡piénsatelo bien! Los amores de escalera pueden ser un sueño o una pesadilla.
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